La ISO 9001 constituye, desde su origen, un estándar internacional, que forma parte del Sistema de Gestión de la Calidad ISO 9000. Su propósito es el de aunar criterios, a fin de lograr la consecución del objetivo principal: que todo tipo de organismos operen en base a una apuesta por la mejora continua.
Así, ya no es suficiente alcanzar la conformidad atendiendo a unos parámetros prefijados, sino que dicha normativa proporciona asesoramiento y herramientas para que las distintas organizaciones puedan trabajar conforme a los requisitos de calidad de sus clientes y puedan ir más allá, anticipándose a las posibles necesidades de estos, al objeto de mejorar constantemente tanto sus prestaciones como sus productos.
Precisamente por ello, desde su creación en 1987, la ISO 9001 se ha convertido en una guía fundamental para aquellas entidades que, sea cual sea su tamaño o su facturación, apuestan por la mejora continua. Los Sistemas de Gestión de Calidad que propone son ya, por tanto, un referente en 187 países, en los que hay más de un millón de compañías y organizaciones certificadas.
La vigencia de esta normativa, en cualquier caso, requiere de una atención constante a las nuevas necesidades, marcadas actualmente por los avances tecnológicos, por la diversificación de los distintos tipos de negocio y por la globalización del comercio. De ahí que, desde la publicación de la versión original, esta haya sido objeto de cuatro actualizaciones.
La última revisión, publicada en septiembre de 2015, le reportará un prestigio aun mayor, dado que busca adecuar la normativa a las particularidades de la empresa y convertir la gestión de la calidad en una estrategia empresarial más, siguiendo para ello la Estructura de Alto Nivel del Anexo SL, común a todas las nuevas normas de gestión. Se pretende maximizar su compatibilidad y que resulte más fácil su integración e implementación por parte de las organizaciones certificadas.